La chicharrita del maíz (Dalbulus maidis) es un un insecto con aparato bucal succionador, de tamaño pequeño, con un ciclo de vida relativamente corto y un gran potencial de multiplicación: una hembra puede colocar hasta 500 huevos.
Afecta al maíz, desde su emergencia hasta los primeros estadíos, siendo crítico el monitoreo y control hasta v8-v10. Completa su ciclo en 25 días, aunque en años más cálidos lo hace en menor cantidad de días, pues su ciclo se ve acelerado. Adicionalmente al daño que provoca alimentándose por succión, lo más preocupante es que este insecto, es vector de varias enfermedades virales y bacterianas, provocando grandes pérdidas de rendimiento en el cultivo.
La Chicharrita del Maíz, ataca el maíz y transmite la enfermedad del raquitismo (que reduce la planta en tamaño) y una virosis que mancha toda la planta y disminuye la fotosíntesis. El raquitismo puede desequilibrar el nivel hormonal de toda la planta, produciendo muchas espigas, pero sin granos.
El nivel de daño, depende no sólo de la cantidad de insectos que ataquen al cultivo, sino también del momento en que ocurra la infestación. Cuanto más temprano ocurra, mayores serán los daños y, por consiguiente, las pérdidas económicas y de rendimiento.
Además, es vector directo de ciertas enfermedades como:
1- Enanismo rojizo: maíze bushy stunt phytoplasma (MBSP), bacteria pleomorfa. Varía su forma de acuerdo con las condiciones ambientales o el ciclo de vida.
2- Enanismo pálido (“Corn Stunt”): Spiroplasma kunkelli, bacteria con forma de espiral y alta motilidad.
3- Virus del rayado fino del maíz (MRFV).
La planta de maíz enferma, forma menos raíces que la planta sana, tiene entrenudos más cortos, puede volverse pequeña e improductiva, o presentar altura casi normal, mazorcas pequeñas, defectos de grano, y siempre presenta síntomas foliares característicos. Esta planta se seca temprano.
Los síntomas foliares son: La decoloración en los márgenes y la parte apical de las hojas y luego el secado o enrojecimiento, especialmente en las hojas superiores de la planta, siendo este color variable para diferentes cultivares de maíz.
El daño causado por la enfermedad en un campo de maíz, es directamente proporcional a la cantidad de plantas enfermas y puede ser severo.
El spiroplasma es una bacteria sin pared celular que llega a la planta de maíz a través de la chicharrita, que la adquirió previamente alimentándose de una planta de maíz enferma. Al alimentarse de la savia de esta planta enferma, las chicharritas adquieren esta bacteria, que luego se multiplica en los tejidos del insecto, infectando las glándulas salivales, por un período de 3 a 4 semanas que se lo denomina Período de Latencia. Este período puede reducirse a 2 semanas, en condiciones de alta temperatura. Las chicharritas enfermas que portan spiroplasma se vuelven infecciosas y cuando se alimentan de plántulas de maíz sanas, transmiten estos patógenos al floema de estas plantas.
En un período de tiempo variable entre 1 y 24 horas, la chicharrita se alimenta de la plántula y se produce la transmisión de la enfermedad.
Con el fin de mantener a raya la plaga y prevenir los daños por Dalbulus maidis., es muy relevante elegir cultivares ¨tolerantes¨, con mejor comportamiento genético frente a esta plaga, como así también utilizar siempre semilla tratada con insecticidas adecuados, que prevengan la infestación en los estadíos incipientes del cultivo, brindando protección por al menos 10 o 15 días desde la siembra.
Con el fin de disminuir el riesgo de persistencia de poblaciones de insectos vectores, es recomendable sembrar en época óptima y concentrada por ende se deben programar dichas siembras en las fechas establecidas por el ICA.
Realizar rotación con especies gramíneas, así como eliminar malezas y plantas espontaneas de maíz antes de realizar la siembra que puedan actuar como hospederas, permite disminuir las fuentes de inóculo.
Nutrir adecuadamente el cultivo, regular la densidad de siembra y evitar el estrés hídrico son labores que permitirán tener plantas más sanas y resistentes.
Finalmente, el Monitoreo temprano y una adecuada selección de insecticidas teniendo en cuenta la rotación de modos y mecanismos de acción.
Este conjunto de herramientas ayudará a bajar el nivel de plaga desde los inicios del cultivo, donde se torna fundamental para resguardar el rendimiento final. Si la plaga no se controla en conjunto, las herramientas por separado tienden a fracasar.
Necesitamos controlar la plaga utilizando combinaciones de productos y distintos modos de acción, para evitar la selección de resistencia a ciertos i.a. y atacar este insecto por distintas vías. Como se indicó previamente, la semilla debe estar tratada con insecticidas neonicotinoides para garantizar la correcta emergencia de la planta. Una vez establecido el cultivo, existen productos de contacto, que matarán exclusivamente los insectos que estén presentes al momento de la aplicación, son muy efectivos, pero tienen 2 contras:
Por lo cual, si algunos insectos no fueran controlados, al poco tiempo el cultivo estará nuevamente infectado por las próximas generaciones de los insectos sobrevivientes. Para ello es interesante combinarlos con insecticidas de actividad residual, que siguen controlando la plaga por algunos días cuando se alimenta succionando los tallos del maíz. Esta estrategia permitirá: Controlar rápidamente y bajar el nivel de población, con los productos de contacto, y dar unos ¨días de control¨, gracias a la acción de los residuales.