Por José M. Cichero.
Gerente de I&D Rainbow.
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En el agro, hay una vieja pero siempre vigente frase que dice “ningún producto supera a su calidad de aplicación.” Y esto es tan así, que algunos asesores consideran que hasta el 70% del resultado obtenido en una aplicación depende de su calidad. Sin embargo, por desconocimiento, muchas veces se decide buscar una “bala” más poderosa en vez de “apuntar mejor” al objetivo.
Las primeras cuatro variables que van a determinar el éxito (o el fracaso) de la aplicación son:
Esta cuarta variable es un tema importante de consulta entre los productores, pero que escasas veces se maneja con tanta precisión como las otras tres primeras. Quizá se deba a que muchas veces, al ser un servicio contratado a un proveedor, el productor se desliga del tema y es por ello que pierde una gran parte de la eficacia deseada en el control de adversidades. Si bien en escasas situaciones, el productor manifiesta que el “producto no funcionó” o que “la plaga se volvió resistente”, son muchas más las veces en que las fallas parciales se hacen presentes. Uno de los motivos principales es por no llegar al objetivo de manera eficaz y suficiente con el producto elegido.
Dentro de la calidad de aplicación es importante mencionar distintos aspectos que nos van a influir de manera determinante:
Específicamente, en cuanto a la calidad del agua, es importante decir que cada fitosanitario posee un rango de Ph propio donde su actividad y estabilidad es la más adecuada. A modo de simplificación, la gran mayoría de los fitosanitarios funcionan en un rango de Ph 4 a 6, y es por eso que debemos realizar análisis del agua de aplicación (al menos dos veces por año) y corregir el agua si fuera necesario.
Por otro lado, la Turbidez afecta a los fitosanitarios de mayor Koc o Coeficiente de absorción de carbono orgánico, y es por este motivo que debemos intentar tomar aguas con la menor cantidad de sólidos disueltos en ellas para que estos productos no se inactiven.
En cuanto la Dureza, expresada en mg/l de CO3Ca, que toma en cuenta al Calcio y al Magnesio, que son los cationes más comunes en las aguas. Estos cationes se unen a los fitosanitarios, inactivándolos y formando precipitados. Es importante la utilización de productos “secuestrantes” previo a la mezcla de los fitosanitarios.
Una forma sencilla de cuantificar la inactivación que nos producirá la dureza del agua es la siguiente:
Por último, la temperatura del agua es difícilmente modificable y varía según la fuente del agua a utilizar, la profundidad y la época del año. En el caso de temperaturas bajas, muchas reacciones son más lentas o simplemente no suceden. Es por ello que una posible solución es aumentar la velocidad de agitación de la mezcla en el tanque pulverizador.
Como puede verse, hay una gran cantidad de variables que podemos manejar y otras a las que simplemente debemos adaptarnos y conocer del ambiente en el que intervenimos para elegir el mejor momento de aplicación. Sin dudas, para conseguir el éxito en las pulverizaciones, la capacitación del operador y la mayor generación del conocimiento, son claves para una agricultura con cultivos más sanos, con mayores rendimientos y con el menor impacto ambiental.