28 de Septiembre 2017 Espacio ASACIM: Amaranthus palmeri, una maleza exitosa.


Fernando Oreja es Doctor en Ciencias Agrarias, recibido en la Escuela para Graduados de la Universidad de Buenos Aires. Finalizó sus estudios de Grado, en la Facultad de Agronomía, también de la UBA. Es socio de Asacim.

Actualmente se desarrolla como Jefe de Trabajos Prácticos en la Cátedra de Cultivos Industriales de la misma Facultad y en años anteriores, ha sido docente de las Cátedras de Cultivos Industriales, Cereales, Producción Vegetal y Botánica, de esta Institución.
Ha participado de al menos 6 proyectos de investigación dirigidos por los más prestigiosos docentes de la Facultad, todos ellos estrechamente relacionados con el control sustentable de malezas, y su interacción con los cultivos agrícolas.


Amaranthus palmeri S. Watson, conocida vulgarmente como “yuyo colorado”, es una especie herbácea anual, originaria del sur de los Estados Unidos la cual fue registrada como maleza problema en lotes de producción de Argentina recién en 2012 y a partir de ese momento se expandió de manera acelerada a gran parte de la zona agrícola productiva de la región, incluidos algunos países limítrofes.

Esta especie posee características morfológicas y fisiológicas que la hacen una maleza sumamente exitosa en los cultivos estivales con los cuales compite por recursos. Por un lado, si bien necesita temperaturas relativamente altas para germinar (a partir de 16ºC), comparada con otras especies estivales como Echinocloa cruss-galli, Digitaria sanguinalis o Portulaca oleracea, el rango de temperaturas óptimas que estimulan la germinación es muy amplio (de 25 a 35ºC). Esto hace que emerja relativamente tarde en el ciclo pero con una ventana de emergencia muy amplia que puede llegar a bien entrado el verano cuando el resto de las especies ya dejó de emerger (Figura 1). Esto último, sumado a la capacidad de acelerar el momento de floración cuando los días se van acortando, le posibilita que incluso aquellas plantas que emergen tarde en el ciclo puedan producir semillas que reingresarán al banco de semillas del suelo para la siguiente campaña (Figura 1b).

Por otro lado, a pesar de emerger con cierto retraso con respecto a los cultivos de verano, debido a su metabolismo fotosintético C4, tiene una gran tasa de crecimiento que le permite producir mucha biomasa en poco tiempo y superar la altura del canopeo de los cultivos pudiendo llegar hasta los 2,5 metros de altura (Figura 1a). Esto hace que no sólo sea una gran competidora por recursos con el cultivo sino que el periodo de control efectivo con herbicidas de contacto es más corto que en otras especies. Además posee la capacidad de orientar sus hojas de forma que los rayos del sol incidan de forma perpendicular sobre las mismas maximizando la intercepción de luz. Pero no sólo es eficiente compitiendo por radiación sino también por recursos edáficos, ya que, su sistema radical explora más volumen de suelo que el cultivo de soja y puede absorber más agua y nutrientes del perfil del suelo que este cultivo.

Figura 1. Plantas femeninas de A. palmeri creciendo en cultivos de maíz a) al mismo momento que el cultivo y b) a finales de la campaña.

Además de estas características posee otras que la hacen una excelente colonizadora de nuevos sitios. Una de ellas es su gran prolificidad, ya que pueden producir de 200 mil a 600 mil semillas por planta, cuando las plantas emergen al principio de la temporada, y alrededor de 80 mil semillas por planta, cuando emergen al final de la temporada. Esta gran cantidad de semillas pueden dispersarse desde unos pocos centímetros de la planta madre por gravedad, o a grandes distancias a través de la dispersión por escorrentía de agua, aves, mamíferos, laboreo del suelo y la cosecha, lo que les aumenta las posibilidades de llegar a sitios con pocos individuos y establecerse exitosamente.

Por otra parte, se han registrado en todo el mundo 59 biotipos de la especie resistentes a distintos grupos de herbicidas, de los cuales 2 fueron registrados en Brasil (1 biotipo resistente a glifosato y 1 biotipo con resistencia múltiple a glifosato e inhibidores de la ALS) y 1 biotipo fue registrado en Argentina (resistente a glifosato). Lo que agrava aún más la situación de la especie en la región y dificulta el éxito de las prácticas de control de esta especie en los cultivos de verano.

El manejo integrado de malezas (MIM) se basa en la combinación de distintas prácticas de manejo (químicas y no químicas) para mantener los niveles poblacionales de la especie por debajo de aquellos que generan pérdidas de rendimiento y afectan la rentabilidad del cultivo. 

 

Dentro de las prácticas de manejo recomendadas para reducir los niveles poblacionales de esta especie se encuentran:


    1. La rotación de cultivo, ya que se interrumpe el ciclo de la maleza y se rotan herbicidas de distinto sitio de acción,
    2. Uso de cultivos de cobertura, ya que la presencia de un cultivo en superficie reduce la emergencia de la maleza (Figura 2) por modificación del ambiente donde se encuentran las semillas,
    3. Modificación de la fecha de siembra por la misma razón que en el punto anterior,
    4. Laboreo del suelo, de manera de enterrar las semillas ya que por tratarse de semillas pequeñas más allá de los 5 cm la emergencia cae abruptamente,
    5. Uso de estructuras de cultivo más competitivas, como menor distancia entre surcos o mayor densidad de plantas,-
    6. Uso de abundante rastrojo en cobertura, ya que reduce la emergencia de la especie (Figura 2),
    7. Limpieza de maquinaria antes de ingresar al lote, para evitar la dispersión,
    8. Uso de herbicidas residuales que permitan el establecimiento del cultivo antes que ocurra la emergencia de la maleza otorgándole así una ventaja competitiva al cultivo,
    9. Control manual de individuos adultos, para evitar la dispersión de las semillas.

Figura 2. Plántulas emergidas/m2 a lo largo del tiempo con distintas densidades de cultivo de soja sembrado a principios de diciembre (baja densidad, 20 pl/ m2 y alta densidad, 35pl/ m2) y sin cultivo a) con rastrojo de soja en superficie y b) sin rastrojo en superficie. Oreja et al (2017).

En función de cada situación en particular, el productor y/o asesor debe evaluar cuál de estas medidas de manejo son más adecuadas, teniendo siempre una mirada en el mediano/largo plazo.