Por Jovanna Vargas Rodas
Departamento de I&D Rainbow Bolivia
En los ecosistemas agrícolas existen factores bióticos y abióticos que afectan el normal desarrollo de los cultivos durante su periodo crítico, siendo las enfermedades de fin de ciclo (EFC) las de mayor ocurrencia en el cultivo de la soya.
Estas enfermedades comúnmente llamadas de fin de ciclo (EFC), son causadas por hongos necrotróficos que pueden sobrevivir en el rastrojo y las semillas afectando hojas, tallos y vainas. Estas enfermedades al estar en el rastrojo pueden acompañar al cultivo desde sus estadios iniciales hasta la cosecha.
Dentro de este grupo se identifica a patógenos como Antracnosis, Corynespora, Septoria glycines, Cercospora kikuchii, que debido a condiciones predisponentes (alta humedad y temperatura) afectan al cultivo de la soya, siendo que cultivares susceptibles pueden sufrir defoliación con pérdidas de hasta el 40% de productividad si no son controladas desde un principio (Molina et al., 2019 citado por Godoy, 2023).
Actualmente está ampliamente difundida la utilización de mezclas de fungicidas de los grupos de los triazoles, estrobirulinas y carboxamidas, que son empleados además para el tratamiento de la roya asiática, los cuales permiten ejercer un mejor control frente a la aparición conjunta de EFC y disminuir los riesgos de generación de resistencia a través de la acción combinada de diferentes moléculas químicas.
Debido a la posición de estas enfermedades en hojas bajeras es importante considerar aplicaciones más eficientes que nos permitan llegar al tercio medio y tercio inferior, con la mayor concentración de ingrediente activo posible.
Recordemos que todas las hojas son importantes para el suministro de fotoasimilados, asi que mientras más tiempo permanezcan en la planta, los resultados quedaran reflejados en mayores rendimientos.
Dentro de las estrategias de manejo de enfermedades recomendadas está el monitoreo del cultivo desde su inicio de desarrollo para definir el mejor momento de control químico además del uso de fungicidas de forma preventiva o en la aparición de síntomas y la definición de ventanas de siembra para reducir el número de aplicaciones de fungicidas a lo largo del cultivo y así tratar de retrasar la selección de poblaciones del hongo resistentes o menos sensibles a los fungicidas (Godoy et al., 2023).
Los fungicidas con un mecanismo de acción único tienen un mayor riesgo de desarrollar resistencia cuando los comparamos con los de modo de acción múltiples.
Para poder extender la vida útil de la efectividad de un fungicida, en especial los de mayor riesgo, es de vital importancia aplicar un manejo adecuado de la resistencia.
Referente al tema de la resistencia, es fundamental priorizar la rotación de fungicidas con diferentes mecanismos de acción a fin de retrasar la aparición de resistencia del hongo a los fungicidas.
En los últimos años a modo de prevenir y seguir retrasando el impacto de la resistencia, se han utilizado fungicidas “Multisitio” o “Protectores”, los cuales afectan diferentes puntos metabólicos del hongo y presentan un bajo riesgo de resistencia, desempeñando un papel importante en el manejo de la resistencia para fungicidas específicos del sitio.
Estos fungicidas permanecen en la superficie foliar y actúan formando una capa protectora sobre los foliolos contra la germinación de las esporas, aunque quizás presenten cierto riesgo de eliminarse de la superficie de las hojas por las condiciones ambientales como precipitación y foto degradación si se manejan correctamente y en condiciones ideales inhiben la germinación de esporas de una variedad de patógenos, reduciendo las pérdidas debido a enfermedades. Al atacar diferentes sitios del hongo minimizan la posibilidad de que aparezca resistencia.
Debido a sus características son productos que deben asociarse a fungicidas sistémicos ya que, al ser protectores, no sistémicos, tienen acción preventiva, y presentan mayor respuesta en tejidos sanos, antes de que el hongo penetre. Por lo tanto, las mayores respuestas de su uso serán cuando se los aplica preventivamente ya que no tienen un efecto curativo.
Para el tratamiento de EFC (Enfermedades de fin de ciclo), fungicidas como el Clorotalonil han sido clave para el manejo de las mismas en condiciones altamente predisponentes. En Rainbow trabajamos para ofrecerle a nuestros agricultores la mejor solución.